Sinceramente, la Fórmula1 me parece un deporte espectacular, emocionante, con altibajos de unos y otros, con sorpresas, etc. Es cierto que durante mucho tiempo fue un deporte que podía verse como un show aburrido, donde la emoción por la victoria brillaba por su ausencia. De unos años a esta parte, esto parece haber cambiado.
Pese a todo, los mejores siguen siendo los mejores, y los peores, pues siguen ahí abajo, luchando por salir. Pero, ¿qué mejores o peores? Pilotos o escuderías. Sinceramente, no se puede decir que haya grandes diferencias entre los pilotos, y es curioso como muchos se aventuran a proclamar a uno u otro como el mejor. De todas formas, quizá los mejores pilotos del mundo no estén en la F1, sino en otras competiciones, como las americanas o los rallies. Yo, desde luego, no lo sé.
Lo que sí sé es que el periodismo en este deporte ha dejado de serlo. Por lo menos, en España. La aparición de Alonso ha servido para que los llamados periodistas sólo sean capaces de hablar de las excelencias del asturiano y, de paso, de convertir en demonios a todos los demás pilotos, y todo esto, con Antonio Lobato a la cabeza. Pues si tanto les gusta Alonso, que se casen con él.
Las noticias de F1 ya ni siquiera lo son para los españoles, que parecemos preferir saber con quién se ha casado el asturiano o qué hace la noche antes de la carrera que por qué Williams ha sido capaz de hacer la pole position en un determinado gran premio. Interesante afición la nuestra.
Pese a todo, los mejores siguen siendo los mejores, y los peores, pues siguen ahí abajo, luchando por salir. Pero, ¿qué mejores o peores? Pilotos o escuderías. Sinceramente, no se puede decir que haya grandes diferencias entre los pilotos, y es curioso como muchos se aventuran a proclamar a uno u otro como el mejor. De todas formas, quizá los mejores pilotos del mundo no estén en la F1, sino en otras competiciones, como las americanas o los rallies. Yo, desde luego, no lo sé.
Lo que sí sé es que el periodismo en este deporte ha dejado de serlo. Por lo menos, en España. La aparición de Alonso ha servido para que los llamados periodistas sólo sean capaces de hablar de las excelencias del asturiano y, de paso, de convertir en demonios a todos los demás pilotos, y todo esto, con Antonio Lobato a la cabeza. Pues si tanto les gusta Alonso, que se casen con él.
Las noticias de F1 ya ni siquiera lo son para los españoles, que parecemos preferir saber con quién se ha casado el asturiano o qué hace la noche antes de la carrera que por qué Williams ha sido capaz de hacer la pole position en un determinado gran premio. Interesante afición la nuestra.
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